El título del post del hoy, como ocurre casi siempre, suele ser el título del libro del que voy a hablar. Un título bastante tétrico para una novela juvenil que, si bien es cierto tiene elementos tétricos y terroríficos, no es una novela de terror al uso. El libro del Cementerio, escrito por el británico Neil Gaiman, a pesar de ambientarse en camposanto lleno de fantasmas, criaturas oscuras, vampiros y demás… es en realidad un canto al hecho de vivir.
Neil Gaiman siempre ha confesado que unos de sus libros favoritos desde que era niño ha sido El Libro de la Selva, de Rudyard Kipling; (algún día tengo que empezar a hablar de grandes clásicos de la literatura infantil, ahora que lo pienso); un libro que le marcó profundamente y al que siempre quiso rendir homenaje. Pues bien, Gaiman decidió que ese momento había llegado cuando, en 2009, publicó la historia que hoy nos ocupa. No hay más que observar las similitudes, no solo en el título de los libros, sino en el planteamiento de los mismos. Si bien Kipling nos contaba que es lo que sucedía con Mowgli, un niño que se ve, presa del destino, abandonado a su suerte en la selva, y es criado por un grupo de animales; Gaiman, de tradición puramente fantástica, (no hay más que revisar su obra para darnos cuenta que es uno de los máximos representantes de la fantasía contemporánea), se preguntó: ¿Qué pasaría si un niño se viera abandonado a su suerte en un cementerio, y fuera criado por los fantasmas que allí viven, e instruido por un vampiro que mora en uno de los panteones?
Y así, con esta original premisa, el ingenio de Gaiman se pone al servicio de su maravillosa inventiva y sus increíbles dotes para narrar historias, y nos regala un relato digno de considerarse un clásico de su tiempo. Puedo decir, sin temor a equivocarme, que El libro del Cementerio, es una de las mejores novelas, ¿juveniles?, que he leído nunca.
La historia arranca con un asesinato, el de la familia de Nad Owens, cuando este es tan solo un bebé que apenas está aprendiendo a caminar. En medio de la noche, un misterioso hombre irrumpe en la casa de la familia Owens con un cuchillo y acaba con la vida de todos, salvo del pequeño Nad, que empujado por el destino, atina a salir de casa y colarse en el enorme y cercano cementerio de su localidad. De esta manera, el fantasma de un viejo matrimonio, cuyos cuerpos reposan en el cementerio, deciden adoptarlo y criarlo, con la ayuda del resto de espíritus que viven en el cementerio, protegiéndolo del misterioso hombre del cuchillo, que con el paso de los años, no deja de perseguir a Nad para acabar con él y completar el círculo de sangre que inició al matar a su familia. La razón de este empeño, obviamente, no vamos a desvelarla aquí.
Mientras crece, Nad aprenderá de su familia fantasma importantes lecciones sobre la vida, especialmente a través de Silas, un vampiro que vive en uno de los panteones y que se convierte en su maestro y mentor, ( y uno de los personajes literarios más interesantes y mejor construidos que he visto nunca).
A lo largo de la novela, Nad conocerá a una joven bruja condenada a no poder salir de una zona concreta del cementerio; aprenderá a enfrentarse a sus propios miedos entrando en una misteriosa cueva donde mora un arcaico y peligroso ser mitológico, conocerá el significado de la amistad a través de una niña humana, (la única que conoce la existencia de Nad y su único contacto con el exterior), y aprenderá a que todos, de un modo u otro, tenemos que enfrentarnos a nuestro destino tarde o temprano, aunque este tenga forma de hombre misterioso armado con un cuchillo y dispuesto a quitarte la vida. El libro, como veis, no está exento de escenas oscuras. Hay que tener en cuenta que no se trata de una historia para niños pequeños, sino más bien enfocada a preadolescentes, a partir de once o doce años.
Y a pesar de tanta iconografía macabra: cementerios, panteones, tumbas, ataúdes, fantasmas, vampiros y asesinos con cuchillos… la historia es todo un canto a vivir. Pues, en última instancia, lo que Nad aprende es que en la vida todo, (amar, ser amado, ser rechazado, traicionar, ser traicionado, llorar, reír, sufrir, gozar…), todo forma parte del proceso de vivir. Una aventura por la que merece la pena luchar.
El Libro del Cementerio de Neil Gaiman, una joya que me hubiera encantado leer cuando tenía once años. No privéis a vuestros hijos de esa oportunidad. Os lo agradecerán.
Como curiosidad os comento que existen dos ediciones distintas de este libro, son de la misma editorial, (Roca Editorial), pero con diseños e ilustradores diferentes. Por un lado está la ilustrada por Dave McKean, y por otro la de Chris Riddell. Aunque ambas son muy buenas, personalmente me quedo con la de Chris Riddell, aunque ya se sabe que para gustos…
En cualquier caso, que disfrutéis de su lectura. Yo lo hago al menos una vez al año desde que lo descubrí.