¿Quién no conoce la emblemática editorial Barco de vapor? No creo que ninguno de los que lean este post al menos no les suene. ¡Cuánto bien ha hecho esta editorial por la lectura infantil! Actualmente es «una de las grandes”, como decimos en el mundo editorial. Es algo que se ha ganado a pulso, no solo por la calidad de las obras y autores que publica, sino por la extraordinaria difusión que ha tenido entre sus principales lectores: los niños. Tiene varias colecciones que se organizan por colores: la blanca, para primeros lectores, la azul, para lectores más intermedios; la naranja, para lectores a partir de ocho años; la roja para lectores ya preadolescentes… Y todas y cada una de sus publicaciones, (y estamos hablando de centenares de libros), tienen algo que merece la pena. De hecho me atrevería a decir, que de cada diez jóvenes lectores, al menos seis o incluso siete, se iniciaron en la lectura gracias a los libros de esta maravillosa colección. Yo sin ir más lejos soy uno de ellos. ¡Cómo me divertí, (y me divierto), con las creaciones de Juan Muñoz como Fray Perico y su Borrico o El Pirata Garrapata!
Y además están los premios. Cada año la editorial convoca los premios “Barco de Vapor” de literatura infantil y juvenil. Autores de la talla de Laura Gallego o Jordi Sierra i Fabrá han sido galardonados con estos premios, hoy considerados todo un prestigio. Debido a mi ajetreada vida de adulto me resulta imposible leer todo lo que publica Barco de Vapor, aunque ganas no me faltan. Pero mantengo una sana costumbre que me permite estar vinculado a la colección, y que para mí se ha convertido en una tradición que práctico con muchísimo gusto. Cada año, una vez emitido el fallo del jurado de los premios y publicados los libros, me hago con ellos. Cada años leo al menos las dos obras ganadoras de estos emblemáticos premios.
Hoy quiero hablar de uno de ellos. En realidad ganó el premio hace dos ediciones, pero es uno de los que más me gustó y hace poco lo volví a releer. Es un libro que no creo que haya que dejar pasar por alto. Divertirá a nuestro peques y, por qué no decirlo, puede que nos abra los ojos a más de un adulto también sobre ciertos aspectos de la vida que menudo pasamos por alto.
Estoy hablando de Mi Vecino de Abajo, de Daniel Nesquens. Mi vecino de abajo es un encantador libro para niños de entre ocho y diez años. Narrado en primera persona, nos cuenta las impresiones de un niño fascinado por el misterioso vecino que se muda justo al piso que hay debajo del suyo. Este señor, cuyo nombre es S. Peltoonen, es extranjero y practica extraña costumbres, como tender hojas de lechuga en el tendedero o tocar raros instrumentos musicales en plena noche.
El libro tiene una narración ágil, divertida y fresca. Las ilustraciones son de Fran Collado. Una de las cosas que más me han gustado ha sido el diseño del libro. Y algo curioso es que se editó a la vez en papel y digital, con una aplicación para ipad donde no solo puedes leerlo, sino además hacerlo acompañado de animaciones y audio. Muy recomendable.
Daniel Nesquens acaba convirtiendo cosas cotidianas en hechos divertidos y asombrosos a ojos de un niño. Incluso, si sois muy sensibles, el final puede sacaros alguna lagrimilla. ¡Qué disfrutéis de la lectura!