Saben como si recién salieran de una olla. O de una batidora. Los tarritos de la empresa Bia (Bioalimentación Infantil de Andalucía), con sede en el Parque Científico Tecnológico Agroindustrial de Jerez, guardan la esencia de comida para niños de entre cuatro meses y cuatro años de casa. Pero cocinados en una fábrica. No hay aditivos ni grasas añadidas más allá del aceite de oliva. Y todas las frutas, verduras y carnes tienen la certificación ecológica. Es una apuesta por el valor añadido, por sacar adelante desde Andalucía un producto sano, que reivindica la dieta mediterránea y la innovación desde la más temprana edad posible.
Los productos Bia llevan poco tiempo en el mercado pero han ido asentándose entre un público fiel, dispuesto a pagar algo más por unos potitos que dan un paso más allá en el cuidado de la alimentación de los más pequeños. Ahora es cuando la empresa se dispone a dar el salto cuantitativo y cualitativo. Acaba de conseguir la comercialización en grandes superficies, con lo que nuevos clientes se sumarán a los que ya eran fieles a estos productos. Algunos productos, los que miran más por la salud, se venden en farmacias.
Su sabor está testado e investigado gracias al asesoramiento del Centro Tecnológico Nacional de la Conserva y la Alimentación y el apoyo de tres universidades. La de Murcia, referente en la investigación de la nutrición infantil; la de Córdoba, donde hay especialistas en la cata de alimentos; y la de Cádiz, experta en industria alimentaria y con un laboratorio específico en el estudio de técnicas de la alimentación. De hecho, el director de calidad de Bia, Francisco Hidalgo, procede de este laboratorio ubicado en Puerto Real. “Nuestro objetivo es la innovación. Damos un paso más allá de los productos convencionales para ofrecer a los consumidores una comida de más calidad y más sana”, explica. También más original porque en esa labor de investigación se han introducido nuevos sabores como el de la granada o recetas curiosas como la que incorpora manzanilla, pensada para facilitar la digestión en las cenas.
BIA distribuye por toda España y se prepara para dar el salto fuera de estas fronteras nacionales, incluso a China, donde existe una preocupación reciente por la comida que se da a los niños. Preocupación que ha calado desde hace años en España. Los productos salen de unas máquinas de última generación que otorgan la temperatura adecuada para la cocción de los alimentos sin perder nunca sus propiedades, los prepara para su envasado al vacío y corrobora mediante análisis la calidad del producto y su certificación ecológica. Los potitos salen de una fábrica aunque el sabor que busca es el de los purés recién hechos en la olla de cualquier casa.
